Prometiendo estaba entonces el viejo roble, cuando el otoño le dijo –Dile adiós a tus raíces, que este es tu ultimo invierno, la primavera no es para los duros y viejos –
Mil veces supe que te olvidé, y las mil veces lo ignoré
y lo enterré con tu recuerdo, junto al mío contigo,
junto al alma, ahí cerca del corazón y la esperanza,
donde deshacíamos el amor, duros, palpitantes y calvos de pena.
Las otra mitad me comió a mi, a tu silencio, a tus besos, y a Dios
y sus verdades, oscurecí y fui fachada, alta, herida y descarada,
ignorante, por las noches desplomada.
Y que dolor?, si no es de espada, ensangrentada de tu adiós,
envainada en la funda de tu indiferencia, cortando el aire de ilusión.
con el canto de las golondrinas, que confundidas, anuncian tu llegada.
y lo enterré con tu recuerdo, junto al mío contigo,
junto al alma, ahí cerca del corazón y la esperanza,
donde deshacíamos el amor, duros, palpitantes y calvos de pena.
Las otra mitad me comió a mi, a tu silencio, a tus besos, y a Dios
y sus verdades, oscurecí y fui fachada, alta, herida y descarada,
ignorante, por las noches desplomada.
Y que dolor?, si no es de espada, ensangrentada de tu adiós,
envainada en la funda de tu indiferencia, cortando el aire de ilusión.
con el canto de las golondrinas, que confundidas, anuncian tu llegada.
J.
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